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13 de Noviembre 2017

Semana mundial de concienciación sobre el uso de los antibióticos 2017

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La Subcomisión de Antimicrobianos de SADEBAC invita a todos los socios de la AAM y a toda la población a conocer las cuestiones que debemos tener presentes a la hora de consumir antibióticos.

 

• Todo antibiótico debe ser prescripto por un médico

• La venta debe ser mediante presentación de la correspondiente receta

• Se debe tomar por el tiempo y de la forma indicada

 

Infografía OPS - OMS: http://www.paho.org/hq/index.php?option=com_content&view=article&id=12487&Itemid=42445&lang=es

 

DOCUMENTO SUBCOMISIÓN ANTIMICROBIANOS - SADEBAC - AAM (Descargar documento al pie de la nota)

 

En la actualidad pocos temas de salud son de mayor importancia que el aumento sostenido de la resistencia bacteriana a los antibióticos. Es cierto, no tiene el mismo impacto que el cáncer, ni hay campañas internacionales de gran envergadura para combatir su aparición, como si las hay para la enfermedad de Alzheimer y el autismo. Sin embargo, es una lucha que cada año perdemos. El ritmo de aparición de bacterias multirresistentes a los tratamientos es mucho mayor que la aparición de nuevos antibióticos.

 

En las décadas de 1940 y 1950 era tal el optimismo con respecto a la aparición de nuevos antibióticos que se llegó a anunciar que para el año 2000 ya no existirían las enfermedades infecciosas… evidentemente no fue así. Ya en una entrevista publicada en 1945 por The New York Times, Sir Alexander Fleming denotaba preocupación por el uso indiscriminado de penicilina y creía que esto podría generar la aparición de bacterias resistentes a ese antibiótico, lo cual resultó cierto poco tiempo después.

 

La respuesta de la industria farmacéutica y la comunidad científica fue aumentar el aislamiento, la síntesis y estimular el uso indiscriminado de cuanta sustancia con acciones antimicrobianas encontrara. La creación del 90% de los antibióticos que poseemos hoy en día data de estas primeras décadas. Esto trajo consigo una época de grandes éxitos en el tratamiento de las infecciones e instauró una época que denominamos la era antibiótica. Esta posibilidad de controlar las infecciones aún en pacientes con sus defensas deterioradas, fue un elemento crucial en el avance de estrategias como los tratamientos oncológicos, los trasplantes de órgano y la recuperación de enfermos sostenidos con respiración mecánica.

 

Pero en todos esos años hubo un sostenido incremento en los niveles de resistencia bacteriana y surgían ininterrumpidamente nuevos mecanismos de resistencia contra las nuevas drogas antimicrobianas introducidas al mercado. Este fenómeno si bien preocupaba a la comunidad de microbiólogos e infectólogos, no pudo ser visualizada convenientemente y jerarquizada por otros actores del equipo de salud y mucho menos por la comunidad.

 

Este escenario sufrió un vuelco dramático cuando se volvió más difícil la síntesis de nuevos antibióticos, y las bacterias adquirían herramientas cada vez más hábiles en destruirlos, evitarlos o simplemente ni siquiera prestarles atención. Se había generado una presión selectiva, se seleccionó de forma “Darwiniana” a las mejores bacterias.

 

¿Pero cómo adquieren las bacterias esta resistencia? Para contestar esta pregunta imagine el lector que se encuentra con un equipo en la Antártida investigando bacterias que no han tenido contacto con los humanos en por lo menos unos cuantos miles de años. Usted logra aislar una bacteria y ¡sorpresa! resulta ser resistente a distintos antibióticos. ¿Cómo es que esta bacteria que no ha tenido contacto con los humanos y mucho menos con los fármacos antimicrobianos ya posee resistencia contra ellos?

 

Las bacterias pueden poseer una resistencia ubicua e innata, las mutaciones en su genoma a lo largo de millones de años han generado que una pequeña fracción de estas bacterias posea mecanismos para defenderse de los antimicrobianos. De hecho, es probable que su principal función ni siquiera fuera ésta en un principio. Puede que dichos genes codifiquen para proteínas que favorezcan el crecimiento de las bacterias en su medio natural y que (además) le sirva para deshacerse de las moléculas que intentan destruirlas (los antimicrobianos). Además, recordemos que otros organismos como hongos e incluso algunas bacterias secretan antibióticos naturales para deshacerse de sus vecinas y así prevalecer sobre ellas, estas sustancias presionaron a las bacterias durante millones de años para crear mecanismos de defensa.

 

Hoy en día los datos son simplemente alarmantes, se calcula que para el año 2050 habrá más muertes por enfermedades infecciosas que por cáncer.

 

¿Pero la causa de esta selección es solo el uso indiscriminado e inapropiado de los antimicrobianos en la salud humana? La respuesta es no, y esto es lo que complejiza aún más la contención y eventual solución de este problema.

 

Los antimicrobianos son utilizados también, y en mucha mayor cantidad, en la producción agrícola - ganadera y en medicina veterinaria. En la primera como promotores del crecimiento de animales de cría, como profilaxis de infecciones en criaderos y como protectores de cultivos de vegetales para el consumo. En la segunda en el tratamiento de las infecciones sufridas por mascotas y por grandes animales criados con fines deportivos, de exhibición en cautiverio o de uso en tareas agrícolas. La forma en que se administran y dosifican para estos usos, transforman esta prácticas en más proclive a seleccionar bacterias multirresistentes.

 

Es por todo esto que la Subcomisión de Antimicrobianos de SADEBAC invita a todos los socios de la AAM y a toda la población a conocer las cuestiones que debemos tener presentes a la hora de consumir antibióticos.

•             Todo antibiótico debe ser prescripto por un médico

•             La venta debe ser mediante presentación de la correspondiente receta

•             Se debe tomar por el tiempo y de la forma indicada

 

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